Un detalle que vale oro

Era el 2004, estaba en 3ero de preparatoria y vivía mi último torneo como jugadora de basketball. Después de años de jugar este deporte, mi equipo nunca subió al podio. El no haberlo logrado me dolió y deje que la tristeza me inundara. Las oportunidades se habían acabado.

Una de mis compañeras en la escuela, que cursaba 3ero de secundaria, llegó con su medalla de oro colgada al cuello. Me preguntó que que me pasaba y yo compartí con ella aquello que me abatía. Sin dudarlo un segundo, se quito su medalla, me la dio y me dijo: «te la mereces». Al ver este gesto, no pude contener el llanto. ¿Pero como puedes hacer eso? ¡Tu te ganaste esta medalla con tanto esfuerzo! No es mía, sino tuya. Aun así, decidió dármela. Y yo me quede sin palabras.

12 años después, esta compañera estableció un nuevo récord nacional en salto de longitud y ha calificado para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Al ver que logró algo tan grande, no pude evitar ir al cajón de los recuerdos y buscar esa medalla que significa tanto para mi. Yvonne, aquella que tuvo ese gesto cuando tenía apenas 15 años, ha demostrado su grandeza también en la pista.

No tengo duda de que ha llegado tan lejos por su talento. Pero creo que sus  virtudes se han convertido en un brincolín que la han ayudado a dar ese salto para alcanzar su sueño. Su humildad y su simpleza. Su alegría y su deportividad. Y, sobre todo, el aprender a sacrificar aquello pasajero por lo que verdaderamente vale.

Gracias por tu amistad, Yvonne. Me enseñaste que no necesitas una medalla cuando sabes que eres una campeona. Se que todavía brincaras más lejos.

Aquí puedes ver el momento en donde Yvonne se califica a Río de Janeiro.

 

3 Comentarios

¡Deja tu comentario!

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s